Día uno
Querido
diario, estoy enojado. Ayer presencié, junto al resto de mis hermanos, el
supuesto acto de levitación de Fray Alcanfor. Este hecho no sólo contradice las
leyes de la Física,
sino que se atreve a poner a prueba mis apodícticas predicciones sobre el
futuro de los reactores nucleares. Hoy solicité por escrito a su Santidad un
Concilio Vaticano para discutir tan escandaloso caso de fraude.
Día dos
Adorado
diario, sólo tú me comprendes. En ti encuentro consuelo al distanciamiento y la
incomunicación que hay al seno de la Iglesia. La respuesta que obtuve del Papa León
XXVIII no puede ser más absurda, carente de sentido. Es obvio que el Alto Clero
y yo hablamos lenguas distintas en lo que a ciencia respecta. A continuación
transcribo con exactitud el telegrama que me envió su Santidad:
¡GRRRRRRR,
GRRRRRRRRRR, GRRRRRRRR!
Firmado: León XXVIII
Día
tres
Idolatrado
diario, por fin logré comunicarme por teléfono con el Vaticano. Sin embargo no
pude exponer íntegramente mis puntos de vista, porque a cada rato me
interrumpían los rugidos del Santo Padre. El saldo de la llamada se agotó antes
de llegar a la parte en que defiendo el uso del uranio empobrecido como
agregado indispensable de la pasta dental. ¿Te das cuenta? ¡Apenas pasé de las
primeras setecientas páginas introductorias del informe científico,
concernientes al papel de la levitación y la marihuana en la Guerra de los Cien Años!
Día
cuatro
Ante la
sordera de las autoridades de la
Iglesia, decidí recaudar fondos para comprarles aparaticos
auditivos. Estoy resuelto a hacer escuchar mi trascendental protesta. Desde el
principio he contado con la adhesión del Dr. A Embud Patafísico y su Centro
para el Apoyo a Causas Incomprendidas, Incomprensibles e Inútiles. La colecta
comenzará a raíz de mi Ciclo de Conferencias sobre los Extraños Vínculos entre
el Pez Morsa, las Cloacas de París y los Jugos Gástricos, que contiene un
revelador acápite-resumen sobre los últimos días del monje Rasputín y su
posible encarnación en un coala.
Día
cinco
El muy
pérfido Fray Alcanfor supo de mi plan maestro y se apareció en medio de la Conferencia disfrazado
de Mozart, tocando una chirriante pieza para piano. Ello distrajo la atención
de ciertos sectores incultos del público, quienes de esa forma desestimaron
poner atención a mis trescientas tesis apodícticas sobre la Teoría del Puerco Espín, de
gran trascendencia en el futuro del pensamiento occidental. No obstante, ante
esta provocación conté con el apoyo de A. Embud y los suyos, quienes de
inmediato iniciaron una escalada auditiva contra el grupúsculo pro Alcanfor. En
un primer momento y gracias a un equipo de voceadores ambulantes traídos a ex
profeso, prevalecieron los embudistas. Dicha hegemonía pronto fue fuertemente
cuestionada, cuando sus oponentes colocaron una sirena de bomberos en medio de
la sala. Este detonante sirvió de casus
belli para un magno enfrentamiento que incluyó el uso de todo tipo de arma
auditiva de destrucción masiva, desde un tibor de aluminio hasta grabaciones de
ópera, grupos de Heavy Metal y tocadores de timba.
La
primera tregua tuvo lugar con el objetivo de que detener el derramamiento de
bulla. En ella ambas partes intentaron un acuerdo para reducir sus arsenales de
guerra. Los alcanforistas partieron públicamente dos mil discos de Iron Maiden
como gesto de paz (se rumora que aún conservan otros cien mil, con grabaciones
de Black Sabbath). El embudismo
fundamentalista estimó como insuficientes los pasos dados por sus contrarios, y
solicitaron el desmantelamiento inmediato de los equipos amplificadores
colocados en la región fronteriza de la sala de conferencias. Sin embargo, los
círculos gobernantes de las potencias contendientes lograron un status de
armisticio, que si bien no incluyó el cese definitivo de las hostilidades, al
menos fijó una demarcación territorial y solicitó la presencia de observadores
internacionales.
Día
seis
El Papa
León XXVIII resultó ser el Jefe de la Delegación de la ONU para la paz. Recordé que debido a la guerra,
el ciclo de conferencias apenas había recaudado lo suficiente para comprarle al
Sumo Pontífice medio par de aparaticos auditivos. Mis esperanzas de ser
escuchado se reducían a un 50 por ciento. No obstante, lo intenté y, tras
instalarle a Su Santidad uno de esos pequeñitos dispositivos en su oreja
derecha, comencé a gritarle, íntegro, el genial ciclo de conferencias. Pero los
oídos del Papa (posiblemente tupidos con Alcanfor) eran inmunes a toda letanía.
Al final, León XXVIII, emitiendo apenas unos cuantos rugidos, se retiró en su
carruaje papal.
Día
siete
Debido
a la circunspecta ambigüedad de las declaraciones del Papa sobre la guerra
(cito textualmente: GRRRR, GRRRRR, GRRRRR), ambos grupos hicieron sus
particulares interpretaciones sobre dicho arbitraje. Unos veían en esos tres
rugidos un espaldarazo discursivo a la consigna de embudismo fundamentalista
internacional: “¡Libertad, Igualdad o iros a la mierda!” Otros creyeron que en
realidad el Pontífice quiso decir: “¡Embudistas de todos los países, jodeos!”
Una tercera vertiente, autodenominada “Los Templarios”, interpretó los rugidos
del Pontífice como una clave para hallar el Santo Grial, el más destacado de
esta secta era Indiana Jones.
Día
Ocho
Resulta
ser que el siete es un número mágico, sin embargo he llegado al día ocho, lo
cual deviene en mal presagio. Mi lucha por reivindicar teorías que salven a la
humanidad va de mal en peor. Resulta infamante que exista tanto desinterés por
el futuro de todas las religiones, los panes con picadillo, y todo cuanto de
trascendente y cabalístico existe en este mundo. Por supuesto que la misión de
Naciones Unidas liderada por el Papa se disolvió sin acuerdos y la guerra del
ruido ha proseguido, salvo periodos de calma. Fray Alcanfor y su acto de
levitación, la credulidad de todos los que alelados piden dicho espectáculo,
han llevado el mundo de Hollywood a la quiebra del buen gusto. Mientras tanto,
sufro de una de esas crisis de creatividad que van atrofiando mis sentidos, no
me extraña que dentro de poco tiempo yo sea un perfecto cretino, todo por la frustración
que carcome mi cerebro.
Día
Nueve
Io
creer que ser día nueve, un númhero muy imbécir, ci tenko en Kenta que cazi
pierldo la nozzziom del hidioma, la vrutalidad es konzecuenhia de Fray
Albambor, el ruodo en la sala era un mozart que sonava a bala. Yo piensar algo,
pero mí muy frustato y mientras el Papa no responde llamadas, rugidos gravaos en su celular, grrrr.
Día
Diez
GRRRRRRRRRR…….·$%&/
**** LADO DEL RUIDO, MOZART, YO ERA YO.
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