Mauricio Escuela
Bloguero que intenta la aventura
sigilosa de escribir. Desde esta bitácora narro, comento, cruzo los mares y los
muros físicos y metafísicos. Nacido un día doce del 1988, piscis recalcitrante,
pertenezco a una generación que aún ama mientras atraviesa el viento. En lo
personal prefiero los días grises para pensar melancólicamente. A veces imagino
cosas descabelladas, pero no las digo. ¡Ah, casi se me olvida!, soy periodista
y me hago pasar por escritor. Abrí este espacio el doce de diciembre del dos
mil doce (doce del doce del doce), al parecer los astros quisieron que en lo
adelante ese número marcara el inicio de otra etapa para conocer amigos y
detractores, lectores y tergiversadores.
Un blog es un acto de egolatría o de
humildad, de silencio o de alborozo, todo depende de cómo se mire un fenómeno
tan simple y a la vez ancestral como la comunicación libre y directa de ideas. El
lector hallará la voz y la letra irreverente de alguien que intenta sólo eso:
un acto de valentía o de sigilo, de apego o de despego, donde la nada no tiene
razón ni alimento. Más allá del periodismo de estas páginas hay la literatura
de tantas otras y el deseo de unir mis criterios a otros criterios.
La divergencia, la irreverencia y el
sigilo están en colocar las letras bajo el signo de la verdad más real y a
contrapelo de la mentira más falsa.
En sus años de existencia Letra
irreverente estuvo más allá del periodismo e incluso en los terrenos de una
especie de antiperiodismo, pero jamás calló ni se plegó. Ni las comunidades
bloggers y el ejercicio de la crítica, ni la falta de conectividad y la
incomprensión de algunos, ni el aliento
de otros y el desdén de un grupo, han logrado disminuir el deseo autónomo y
legítimo de postear la vida interna y externa, individual y social.
Marcados por el doce del doce del doce,
el blog y su autor, seguimos los trazos de una astrología obligada que indica
el camino de la escritura.
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