Lino, a la entrada de La Jungla |
En las
calles fantasmales, entre portones que sirven de refugio a piratas viejos y
modernos; florece la ruptura, la irreverencia. Lino Lobatón es uno de los firmantes del Manifiesto Surrealista
Remediano, junto a otras célebres rarezas como el milífico Julio Problema o
Lucía la Loca
Ilustrada. Descendiente directo de Tristán Tzará el líder del
movimiento dadaísta, Lobatón dedicó toda su vida a la creación de una obra
original, única de su tipo en el mundo: La Jungla.
En Cuba
hay dos junglas famosas, porque muchos han pasado por casa de Lino:
periodistas, escritores, pintores, cineastas, ¡generales y doctores! Ello ha
convertido este lugar en algo así como un fetiche de la cultura, al igual que
el archiconocido cuadro de Wilfredo Lam. Llamativo es el aire desacralizador de
estas instalaciones caseras, donde lo mismo se halla un tibor que un grabado
del siglo XIX, ambos situados al mismo nivel artístico, porque todo en el
universo tiene un lugar y una importancia. Tal es la filosofía de Lino Lobatón,
La Jungla no carece de códigos y fundamentos.
El Universo de Lino, con estrellas, galaxias y agujeros negros |
Cualquiera
diría que se trata de un lugar incoherente, donde las piezas se suceden sin
jerarquía, por el simple placer de conjugar mensajes disímiles. Incluso no ha
faltado quienes reclamen al Centro Municipal de Higiene, para que se desaloje a
Lino de la casa, alegando la proliferación de suciedad y plagas. Nada más alejado de la realidad, pues Lobatón
es un hombre sensible, artista nato, de una sabiduría que representa lo mejor
del pensamiento y la religión universales. No es extraño oírlo disertar sobre
el budismo y las creencias yorubas, al tiempo en que se dice católico.
La sala
principal reúne los íconos de esa mezcla de razas que conforman el código
humano, destinado a conquistar las estrellas, a poblar los más distantes
planetas. Ahí están el negro con su cayado mágico, el asiático protegido por el
dragón y una bella europea, cuyo arreglo de cabello podría situarse en la era
de Luis XIV. El corredor se encuentra flanqueado por mapas del universo, con
estrellas, galaxias y agujeros negros, donde aparecen representados los mundos
posibles e imposibles. Todo puesto con especial esmero, en una irreverencia que
raya en lo exquisito.
Esta
casa es el único museo doméstico de arte naif que conozco. La propia actitud de
su autor resulta daliniana, “el hombre está destinado a alcanzar la paz y la
unión con su Máximo Creador, sólo así serán poblados todos los planetas”, me
dice, mientras alza las manos en señal de fe. Luego está la alcoba, decorada
primorosamente con recortes de la prensa, donde aparece un recorrido por los
íconos de la cultura cubana: Martí, la Revolución y sus figuras, La Habana de distintas épocas,
la Virgen de la Caridad. Aquí la
desacralización es total: partituras de García Caturla junto a anuncios de
jabón Candado, Santa Bárbara siendo reverenciada por un negrito de yeso sin
cabeza, un rey egipcio que extiende sus brazos ante una colección de infinitos
calendarios colgados en la pared, Jesucristo rodeado de comprobantes de una
tienda por divisas…un sinfín de mensajes a cuáles más excéntricos.
La Virgen de la Caridad, en La Jungla. |
“Aquí
le rindo tributo a Cuba y la Virgen de la Caridad del Cobre, que
Dios bendiga a todos y se propague la paz mundial”, me dijo Lino Lobatón, el
autor de esta Jungla, que conjuga ingenuidad, belleza y sabiduría. “A veces me
siento en este trono, me pongo mi capa y mientras oigo Radio Enciclopedia,
observo las estrellas”, agregó mostrándome una silla giratoria, cubierta de una
exótica decoración. “Por acá pasan muchos periodistas, de distintos países y yo
les digo que tienen que respetar la naturaleza, que es todo, mientras exista la
vida habrá lugar para el entendimiento. Remedios es un sitio único, la ciudad
más bella del mundo, la única que tiene dos iglesias católicas una frente a
otra”. Este señor es una muestra del espíritu de encanto que abunda en la
villa.
La Jungla,
casona colonial situada en la calle León Albernas, está habitada por la magia
de cinco siglos de historia. Hechicería que alcanza los ribetes de arte culto
por lo refinado de su mensaje filosófico. Lino Lobatón es artista de lo
surreal, firmante de ese documento misterioso donde aparecen los nombres de
tantos piratas, fantasmas y brujas que por aquí pululan. Ataviado con su casco
de constructor, usando una capa de Superman, con una lanza en una mano y la
bandera cubana en la otra; el creador es un espíritu que desafía las
concepciones y rigideces de todos los tiempos.
Mauricio por favor hacerle llegar mis saludos y un fuerte abrazo a mi amigo Lino Lobaton. de Faustino Vigil
ResponderEliminarDescuide, los saludos serán enviados. Un abrazo remediano para usted.
Eliminar