“Es un desperdicio de talento”, así definió
una amiga mi trabajo en este blog, pues según ella poca o ninguna salida tiene
una página escrita desde un pueblito de provincia, por un periodista
desconocido. “Sal de ese campo o serás un viejo barrigón y solitario, con la
casa llena de perros”, sentenciaba, tranquilamente, como una profetiza.
Confieso que la imagen me aterrorizó, de pronto vino a mi mente un tipo gordo,
calvo, sin nombre, alimentando a los perros callejeros. En fin, una locura de
decadencia.
En
momentos en que me siento aislado de todo, con el alma solitaria, tales palabras
pueden hacerme mucho daño o beneficiarme. Hace poco leía un artículo de un
periodista cubano sobre los defectos de nuestra carrera. Decía que uno llega a
este negocio esperanzado por acceder a la cultura, por viajar, intercambiar,
conocer. Sin embargo, según pasa el tiempo, quienes nos rezagamos en medios
municipales nos vamos anquilosando, entre reuniones, actos, coberturas sin interés.
Mi amiga no está del todo desacertada: un blog, escrito desde un lugar donde
nada pasa, es casi un acto de heroísmo o cuanto menos una especie de harakiri.
Pero
salir de este campo no resulta tan fácil, por muchas razones. En particular
porque en todo país existe una élite cultural, altamente competitiva, donde el
talento no siempre es bienvenido. En las pocas ocasiones que tuve contacto con
elementos de esa “cumbre”, percibí tal malsanidad. Poseo amigos que están en la
capital, que a pesar de su brillantez, vegetan en anodinas redacciones, sin
llevar a cabo el reportaje de sus sueños. Así que no es tan fácil, amiga mía.
De
todas maneras la imagen de los perros me aterra.
Pero,
en la escala de nuestras ambiciones periodísticas, un medio de municipio es la
última carta de la baraja. Recuerdo que no fueron pocos quienes en quinto año
de la carrera se burlaron de mi ubicación. Incluso la decana, en el momento de
informarme sobre el particular, puso cara de lástima: “vas para Radio
Caibarién, ¿estás de acuerdo?” a lo que yo respondí con un resignado y tímido
“sí”.
No es
que yo me crea merecedor de nada, aprecio la buena acogida que me han dado en
este lugar, donde hay personas maravillosas y otras no tanto, como en todos los
medios de prensa. Además, he tenido el espacio y la libertad para trabajar que
quizás nadie de mi curso haya disfrutado en estaciones y periódicos nacionales
y provinciales. Aún así, cuando los
encuentro en el chat de faceboock, ellos me preguntan: “pero… ¿de verdad te
sientes bien allí?” Y se quedan como atónitos cuando les doy un sincero y
escueto “sí”.
Las
élites nunca me interesaron, siempre me llamó más la atención integrar la
contrapartida de las cosas, ser de alguna manera el contrapoder. Porque la
mediocridad y el talento son los mismos aquí, que en La Habana. Esa cumbre de
intelectuales, que viene a veces a nuestros pueblos a hacer sus estudios
folclóricos y a decir frases de colonizador, demuestra con su accionar y
palabras que “la capital es Cuba y lo demás áreas verdes”.
Viejo
dicho que tiende a magnificar la importancia de un espacio geográfico sin dudas
privilegiado, donde la cultura se concentra en pocas manos, mientras muchos
vegetamos en provincia. Un periodista residente en la capital, hace unos meses
me decía que acá teníamos veinte años de atraso, lo cual me pareció una visión
exagerada del asunto. Estas perspectivas tienden a reforzar el complejo de
inferioridad de las provincias, y con ello la tendencia a la automarginación
que tanto florece en los pueblos de Cuba, donde poco o nada sucede.
Si
nosotros mismos asumimos pasivamente el mensaje hegemónico de La Habana como centro y el
resto como periferia, difícilmente saldremos de la actual situación de
aislamiento. Porque el provincianismo, más que una fatalidad geográfica, es un
estado del espíritu. Y las élites capitalinas, con su discurso gastado, tienden
a reproducir fenómenos del pasado colonial que bien poco se avienen con el
modelo de desarrollo equilibrado y sustentable a que debemos aspirar en el
siglo XXI.
Pienso
que es necesidad de cada cual trabajar de manera óptima, esté en el sitio que
esté. Llevar al máximo nuestras capacidades y continuar cultivando el
intelecto. Lo contrario sí que sería un verdadero harakiri. Asumir el modelo
centro-periferia como parte incurable de la vida en provincia, no sólo nos
daña, sino que recrea un ambiente de decadencia y dejadez, ahoga cualquier
intento aislado por insertar un poco de cultura y pensamiento crítico en el
seno de estos pueblitos.
Por
ejemplo, me viene a la mente la imagen de Caturla, aislado en su San Juan de los Remedios, a inicios del siglo
XX. Nunca mejor usados estos calificativos, para definir la situación de un
artista de la vanguardia universal, cuya magna obra fuera abucheada por la
mediocre chusma de aquellos tiempos, durante una presentación en el entonces
Teatro Miguel Brú. De no ser por su origen burgués, por su carrera de abogado,
por su contacto con la Revista
de Avance y el Grupo Minorista, dudo mucho que el talento del músico se hubiese
desarrollado. Todavía hoy existen remedianos que recuerdan más a Caturla por
sus esposas negras que por sus aportes como artista o jurídico.
Y es
que en la etapa republicana se consolidó el modelo centro-periferia al interior
de Cuba, mal que aún no logramos extirpar. Remedios, ciudad vieja y decadente,
municipio despojado de toda importancia, dormitaba en los brazos de una pequeña
burguesía, que tampoco era tomada en serio por los dueños económicos del país.
Sin puerto, ni grandes riquezas, el pueblo de Caturla se automarginaba y poco
podría entender de la genialidad de ese hijo díscolo, que componía locas piezas
hasta bien tarde en la noche.
Pero
contra ese espíritu provinciano luchan los buenos de alma, para llevar lo mejor
del pensamiento y el arte a su lugar de origen y prender la llama de la
creatividad. A los que vivimos en latitudes no capitalinas nos acecha el
sucedáneo, lo banal que invade incluso y sobre todo los espacios oficiales,
donde debería promoverse la verdadera creación. Así, una semana de la cultura
es interpretada como un jubileo reguetonesco, donde prima la tarima de
altavoces, el alcohol de timbiriche y a lo sumo una presentación de la Original de Manzanillo
con los temas de siempre.
No
quiero pecar de extremista con tales criterios. Vayan a San Juan de los
Remedios, ciudad con casi quinientos años de fundada, de una historia ancestral
y valiosa, legendaria…. La semana de la cultura en dicho pueblo sin embargo no
expresa la riqueza y la importancia de nuestro pasado, ni mucho menos lo que
hoy se puede hacer para retomar y vitalizar ese espíritu único, sin dudas de
privilegio. Entre las ocho primeras villas fundadas por los españoles en Cuba,
Remedios es y será por el momento la última, en todo el sentido de la palabra.
Quizás
a ese provincianismo se refería mi amiga, cuando trajo a mi mente la imagen de
un viejo gordo y olvidado, con la casa llena de perros. Por suerte, sé que más
que una fatalidad geográfica, ese estado pertenece a una dimensión espiritual
decadente. Todos en alguna medida han sufrido el provincianismo, en La Habana , en Londres, en
París, en Buenos Aires…en Remedios, en Zulueta, en Camajuaní, en Sagua la Grande ; pero sólo unos
pocos supieron elevarse. Y punto final, no quiero seguir dilatando este post,
después de todo ustedes coincidirán en que el talento y la mediocridad florecen
en cualquier sitio.
Genial!!!, ...sin palabras...
ResponderEliminarGracias.
EliminarBueno un poco triste, sé cómo debes sentirte!!!
ResponderEliminarInteresante reflexión, Mauricio. A tu amiga le puedes decir que un blog escrito desde un pueblo cubano sí tiene salida. De hecho te estoy leyendo desde Londres, Gran Bretaña, donde como bien mencionas, también existen mentalidades provincianas. En una de las ciudades más hiperdiversas del mundo encuentras gente que no ha salido del barrio en el que viven, ni que conocen otras partes de la ciudad. Pasa en todos lados. Y a Remedios viajan muchos turistas camino a los cayos o tal vez con el interés de conocer la isla que es mucho más que La Habana de ruinas y alboroto. Lo importante será siempre traspasar las fronteras de la mediocridad, vívase donde se viva. La geografía irá cambiando, al menos de modo virtual, pues para eso las tecnologías ayudan. Mucha suerte.
ResponderEliminarMuy interesante su criterio Iván, y aunque no he estado en Londres, siempre he pensado que en esas ciudades tan diversas debe haber gente de todo tipo. Lo cual resulta muy típico de un mundo tan globalizado donde...curiosamente todo se va convirtiendo en una gran aldea. Gracias por su comentario, el provincianismo es un tema que seguiré abordando aquí, en próximos posts. Como usted mismo dice, se es más aldeano de espíritu que por fatalismo de geografías. Me alegra mucho que desde la lejana Londres haya lectores que me sienten tan cerca como usted. Un abrazo, desde Remedios, la ciudad endemoniada.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar