Quien haya seguido la historia y el
desenvolvimiento de las parrandas de nochebuena en Remedios, desde mediados del
siglo pasado hasta nuestros días, ha de convenir conmigo en que esta tradición,
la más típica de esa ciudad, se encuentra profundamente arraigada en el alma
popular.
Emilio
Roig de Leuchsering (Carteles, 1943)
Ahora
mismo recuerdo a mi padre, cargando piezas en las naves de trabajo de las
parrandas o a un lejano tío, que derrumbó el frente de su casa para sacar la
carroza que con tanto esfuerzo hizo para el barrio San Salvador. Me vienen a la
mente episodios como los de aquella pareja de remedianos, uno sansarí y otra
carmelita, que se dejaban de hablar durante todo el mes de diciembre, para
evitar peleas. También a la niña que envuelta en llamas, gritaba vivas a El
Carmen, en una fría madrugada allá por los albores del siglo pasado. Llevo en
mi alma los retumbantes toques de tambor de un pueblo que desde 1820 no para de
soñar y cometer excentricidades.
Porque
eso son las parrandas, una inversión de la realidad: la chota se eleva a la
categoría de cuestión de Estado y cada quien tira para su barrio, como si en
ello le fuera la vida. Dos siglos es mucho tiempo, pero ello no ha evitado que
aún se conserven los cantos primigenios y las pasiones encontradas de gallos y
gavilanes. El 24 de diciembre deviene fecha mágica, cada año se echa la suerte
y yo mismo, como el más pinto, voy para la trocha en busca de riñas, voladores,
rumbas y el sueño de la victoria.
Este
año la parranda será por partida doble, pues con motivo de su nombramiento como
Patrimonio Cultural de la
Nación , habrá un cruento simulacro el 24 de junio próximo,
coincidente con un aniversario 498 de la Villa de San Juan de los Remedios del Cayo. En
efecto, desde las naves de trabajo de San Salvador y El Carmen ya se elevan
cantos de desafío y el ambiente en las calles se caldea con los días. Pero,
¿qué convierte a las parrandas en un hecho cultural tan único, al punto de
merecer tamaño reconocimiento?
Originales, cubanas, distintivas
Las
fiestas surgen alrededor de 1820, en la barriada de San Salvador, una de las
ocho que por entonces componían a Remedios. Parten de la iniciativa de un
fraile llamado Francisco Vigil, de origen asturiano, que oficiaba en la ermita
de dicho distrito (templo hoy desaparecido y que ocupa la escuela primaria
Alejandro del Río). Resulta que los vecinos del lugar no acudían a las misas
tradicionales de las madrugadas de diciembre, debido a las bajas temperaturas y
a cierta modorra religiosa. La solución fue mandar a una partida de muchachos
con pitos, matracas, latas, rejas y cuanto instrumento infernal para que
hicieran ruido y así obligar a los dormilones a acudir al oficio católico.
Nadie sabe si eso tuvo el efecto deseado por el cura, pero con el tiempo los grupos
de parrandistas se hicieron periódicos, el elemento competitivo surgió cuando
unas barriadas comenzaron a despertar a las demás, a través de estas nada
agradables incursiones.
Hacia
finales del siglo XIX, Cristóbal Gilí Mateu (el Mallorquín) y Celorio del Peso,
organizaron las parrandas a partir de dos barrios principales: San Salvador (que
agrupaba a dicho distrito, junto a Camaco, La Laguna y Buen Viaje) y El Carmen (compuesto por
el mentado bando más El Cristo y La Parroquia ). Al principio el símbolo de los
sansaríes eran tres globas y el de los carmelitas tres estrellas de seis
puntas. El cambio ocurrió cuando volaron una de las globas en forma de papalote
y se fue a bolina, cayendo en territorio de El Carmen; desde entonces y a
iniciativa de un tal Veranes (líder de La Laguna ) San Salvador renunció a su antigua
insignia, adoptando al gallo como emblema. En contrapartida, los del otro bando
eligieron al gavilán, el garrudo bandido de los campos.
Pero lo
más importante de esta historia es la expansión que tuvo dicha manifestación
por toda la región central, hasta la provincia de Ciego de Ávila. Esta
cualidad, junto al carácter eminentemente popular que aún conservan, hace a las
Parrandas dignas del título de Patrimonio Cultural de la Nación.
Remedios bien vale una misa
Para
Rafael Lara, Metodólogo Nacional de Cultura popular, las fiestas son la
manifestación más populosa y de arraigo de la región central, en cuanto a
manifestación de la cultura. Según él, llegó la hora de hacerle justicia a este
fenómeno, mantenido a través del amor de sus protagonistas, a través de épocas
duras y holgadas. Desde que se propuso el nombramiento a nivel nacional, las
autoridades encargadas le dieron su beneplácito. Se espera que para el próximo
24 de junio, en misa y sesión solemne del “cabildo” a la vieja usanza, ocurra
tan magno acontecimiento.
Además
se contará con la presencia de autoridades de la cultura cubana, las cuales ya
estuvieron presentes el pasado 24 de diciembre del 2012, para visionar las
fiestas. El impacto fue tal, que las parrandas obtuvieron su derecho al título
de patrimonio, casi sin objeción. En los últimos meses tuvo lugar un complejo
proceso de expedientación, que incluyó reuniones con parranderos de toda Cuba,
así como la recogida de firmas en la región central, pues la participación del
pueblo deviene en requisito indispensable, cuando se habla de este tipo de
títulos.
Delegaciones
de las otras primeras siete villa fundadas en la isla, acompañarán a sus
vecinos de Remedios en esta empresa. Se espera que luego de ello, las fiestas
tengan una mayor visibilidad en el plano de la cultura nacional e
internacional, lo cual se traduce en mejor atención institucional.
En pie de guerra
Ambos
barrios se encuentran en pugna, con múltiples iniciativas, se espera una noche
de cruentos enfrentamientos, donde primará el buen gusto del arte popular. Cada
bando ya tiene listos los tres elementos esenciales de las parrandas, además
estará una representación de los diferentes pueblos parranderos, con sus respectivos
trabajos que los distinguen.
Todos
los recursos han estado a disposición del pueblo, para que el disfrute sea
mayor y los visitantes se lleven una buena impresión de Remedios. La noche
comenzará con el encendido de los trabajos de plaza, en el parque José Martí,
luego la evolución de los barrios. Finalmente, cada extensión parrandera pondrá
en marcha su iniciativa, terminando con Caibarién, poblado que ya tiene lista
una novedosa carroza con fuegos artificiales.
La
rivalidad no se ha hecho esperar y ya es común escuchar especulaciones en la
calle acerca de cuántos voladores o palenques tiene cada barrio. Por supuesto
que la cifra exacta es secreto de estado. Así son las parrandas, una
manifestación única en la cultura cubana.
En lo
personal tengo vínculos muy fuertes con este fenómeno, pues desde que tuve
fuerzas a una edad muy temprana, ya cargaba faroles durante las fiestas. Cada
cubano deberá estar orgulloso de que las Parrandas reciban tan merecido lauro.
Preludio de lo que pasará en 2015, cuando en saludo a los 500 años de fundación
de la Villa de
San Juan de los Remedios del Cayo, sean propuestas las fiestas como Patrimonio
de la Humanidad.
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