Los escritores de ciencia ficción se
reunieron urgentemente, la llegada de los marcianos era una amenaza para el
negocio editorial. ¿Quién se interesaría luego por leer sus historias?
En el pasado, Norman Filmer, un escritor
pulp y mediocre, recibió una herencia de su tío, un científico loco, que pasó
su vida investigando los misterios del agua tibia.
“Testo a mi sobrino, todos los tanques,
cubos, galones, botellas, vasos plásticos y de cristal, llenos de agua tibia,
que conforman el resultado de mis esfuerzos. También le dejo algunos trastos
insignificantes, frutos de investigaciones menores, como el platillo volador
que está tirado en el fondo del patio.”
Los vuelos de Norman Filmer en platillo,
crearon en el mundo una fiebre por los avistamientos extraterrestres, que puso
de moda la literatura sobre el tema. El otrora muerto de hambre escritor pulp,
fue el más exitoso. Sus relatos de marcianos eran Best seller. Aunque la
crítica encontraba estos textos técnicamente mediocres y facilistas, el público
amaba la familiaridad con que el autor describía los platillos voladores, como
si los hubiera visto.
A la muerte de Norman Filmer, la producción
de ovnis y la literatura sobre extraterrestres era ya toda una industria,
controlada por un trust de escritores de ciencia ficción. Para la manufactura
de los productos, los nuevos accionistas inventaron un calidoscopio que les
ahorraba tiempo y trabajo. La maquinaria, similar en tamaño y funcionamiento a
una fábrica de acero, le dio empleo a un gran número de personas, las cuales ni
se imaginaban que, en lugar de barras de metal, producían cuentos, guiones de
películas, novelas y series televisivas y radiales de ciencia ficción.
Nadie, excepto el gobierno y otras grandes
organizaciones coaccionistas de la Filmer Corporation ,
como la propia NASA, sabían que todo lo
referente a los extraterrestres era inventado, simple y barato, pero rentable,
producto comercial. A veces el calidoscopio presentaba problemas y los cuentos
perdían atractivo para el público. Era necesario introducir un ingrediente
nuevo, como las abducciones. Pero antes se creaba el interés en los lectores,
raptando a varios de ellos en los platillos, para devolverlos luego, ya
convertidos en instrumentos de la mercadotecnia.
La innovación de nuevos tópicos no
resultaba fácil para los accionistas, pero era necesaria para que la economía
global funcionase. El recurso de los dibujos gigantes en los campos de maíz,
por ejemplo, salvó al mundo del mayor colapso financiero desde el crack del 29.
Esta sorpresiva visita de los verdaderos
extraterrestres era una amenaza para todos. Porque, sacado del halo de misterio
que los escritores de ciencia ficción tanto cuidaron, ya el tema no sería la
gran cosa y la
Filmer Corporation , se condenaba a vender sus acciones a
compañías más pequeñas, productoras de argumentos policiacos o de terror.
Por eso, decidieron negociar con los
marcianos.
Los platillos voladores estaban en medio
del desierto, rodeados por fuerzas del gobierno, cuya misión secreta era
asegurar el área.
Escritores y accionistas se sintieron como
en casa, al encontrar que todo, los platillos, el físico de los
extraterrestres, la forma de caminar de estos, era idéntico a lo descrito en
los cuentos de ciencia ficción. La negociación fue corta. Los marcianos
amenazaron con invadir el planeta, si no se dejaba de inventar tantas historias
estúpidas sobre ellos, pero cambiaron rápidamente de parecer, cuando su
contraparte les propuso compartir las acciones de la Filmer Corporation.
El ejército, las autoridades del gobierno y
los escritores se felicitaban por tan brillante maniobra empresarial y se
retiraron a celebrar la salvación del planeta.
Una vez solos, los marcianos se quitaron
sus disfraces. Eran los críticos literarios, quienes, desde el triunfo
editorial de Norman, no se rindieron en su lucha contra los relatos de
extraterrestres. Habían ideado el engaño para dar fin a ese tipo de literatura
que ellos consideraban tan mediocre.
Sin embargo, ser accionistas del emporio
comercial más grande del mundo hizo que algunos dejaran la crítica por el ocio,
y que otros comenzaran a escribir sobre las bondades de la ciencia ficción.
Esa noche, mientras los nuevos y viejos
accionistas de la
Filmer Corporation celebraban, no sabían que eran observados,
desde un lugar muy lejano en el Universo.
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