“El Gran Hermano te observa” esta frase acompañaba de forma
casi omnipresente a los personajes de la novela 1984, ficción concebida por
George Orwell y que relataba un futuro hipervigilado por un Estado impersonal,
invisible, mitificado. Ahora, cuando tenemos el mundo a nuestro alcance con
sólo un click y casi nos atrevemos a decir que somos dueños de toda la
información; se develan los hilos de un nuevo y sutil laberinto. Hubo que
esperar a que uno de los agentes que operaban al servicio del proyecto de espionaje
Prisma, tuviese conciencia ciudadana para enterarnos de dispositivos capaces de
penetrar hasta la alcoba de tu casa y saber el último detalle de la vida de
cualquier usuario. Por ello resulta ingenuo pensar en el internet como en ese
canal libre de control, patrimonio de la Humanidad , donde hay total libertad de expresión
y podemos contrastar fuentes e informarnos con objetividad. Todo ello es más de
lo mismo, una simple frase que como aquella hermosa “Igualdad, Libertad,
Fraternidad”, se la llevan los vientos de mercado y el poder real, ese que se
esconde detrás de las instituciones.
El asunto de Snowden no deja
de perturbarme, finalmente facebook, esa red social en apariencia inofensiva y
amistosa; reconoció que tenía un convenio para pasar información personal a
centros de espionaje global. Ello sin que las acciones y la influencia de la
compañía se afectaran demasiado. Tal parece que alguna parte de la Humanidad acepta que su
perfil sea manipulado con otros fines, quizás estamos cayendo dentro de la
paranoia del no pensar, máxima ideología de la novela 1984, donde lo correcto
era el acatamiento y toda disensión resultaba fuertemente perseguida. Quien
haya leído la ficción sabe la manera triste de su final, y cómo personajes del
talante de Snowden tuvieron que enfrentar campañas de descrédito y
desinformación. La prensa burguesa aún intenta apuntalar el mito de la libertad
de expresión en un país donde existen poderes intocables y el Estado de Derecho
recibe su mayor erosión, desde que se emitiera la Ley Patriota. Andrés
Oppenheimer, analista de CNN y periodista comprometido con la derecha mundial,
intenta un balance de lo positivo y lo negativo del caso. Todos los grandes
medios se concentran en el fenómeno Snowden y dejan a un lado la evidente
violación de protocolos básicos por parte del gobierno federal. Derecho
internacional incluido. La maniobra resulta clara, sembrar dudas en la opinión
pública norteamericana, dividirla, desinformar. ¿Y saben en definitiva por qué
Oppenheimer y sus socios emprenden esa gesticulante faena? Simple: porque quien
debiera estar acusado de traición, quien debiera sentarse en el banquillo
judicial es propio gobierno
norteamericano. Pero tal cosa superaría cualquier ficción, por muy tremendista
que fuere. George Orwell es un niño de teta ante una realidad tan aplastante,
vigilada y carente de derechos. Una realidad en definitiva muy al estilo de
1984.
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