1 oct 2013

Imposibilidades del diario de Franz Kafka


21 de julio de 1913
Enumeración de todos los argumentos a favor y en contra de mi matrimonio:

1.     Incapacidad de soportar la vida, lo que no es incapacidad de vivir, sino lo opuesto; tal vez sea improbable que soporte la vida con otra persona, pero soy incapaz de soportar a solas el asalto de mi propia persona, las garras del tiempo y de la vejez, la vaga opresión del deseo de escribir, el insomnio, la proximidad de la locura. Quizás junto naturalmente todo esto. La relación con F. dará a mi existencia una capacidad mayor de resistencia.
2.     Todo me da que pensar, inmediatamente. Cualquier chiste del suplemento cómico, el recuerdo de Flaubert y de Grillparzer, los camisones preparados por la noche sobre la cama de mis padres, el casamiento de Max. Ayer mi hermana dijo: “Todos los casados (que conocemos) son felices, no puedo comprenderlo”; también esta observación me dio qué pensar.
3.     Necesito estar mucho tiempo solo. Todo lo que he producido es simplemente un producto de la soledad.
4.     Odio todo lo que no se relaciona con la literatura; me aburre seguir una conversación (aún cuando se relacione con la literatura), me aburre hacer visitas, las penas y las alegrías de mis parientes me aburren. Las conversaciones me roban la importancia, la seriedad, la verdad de todo lo que pienso.
5.     El temor del vínculo, de pasarme al otro lado. Porque ya no estaré nunca más solo.
6.     Delante de mis hermanas, especialmente en otras épocas, soy a menudo muy distinto de lo que soy delante de los demás. Temerario, expuesto a todo, poderoso, sorprendente, conmovido, como sólo lo soy cuando escribo. ¡Si por lo menos pudiera aparecer así delante de todo el mundo, por obra y gracia de mi mujer! Pero entonces, ¿no sería a expensas de lo que escribo? ¡Eso no, eso sí que no!
7.     Sólo, quizás pudiera algún día renunciar realmente a mi empleo. Casado, ya me sería absolutamente imposible.
Hoy conseguí el Libro del Juez de Kierkegaard. Como me imaginaba, su caso, a pesar de ciertas diferencias esenciales, es muy semejante al mío, por lo menos se encuentra del mismo lado del universo. Me confirma, como un amigo.
21 de agosto de 1913
Vivo en el seno de mi familia, entre las personas mejores y más amables, como un desconocido entre desconocidos. Durante los últimos diez días no habré hablado un promedio de más de veinte palabras por día, con mi padre apenas cambio de vez en cuando un saludo. Con mis hermanas casadas y con mis cuñados no hablo en absoluto, sin tener por supuesto nada contra ellos. El motivo de este proceder es que no tengo nada que decirles, ni lo más mínimo. Todo lo que no sea literatura me aburre y me inspira odio, porque me perturba o hace perder el tiempo, aunque sólo sea por sugestión. Me falta todo sentido de la vida familiar, excepto como observador en el mejor de los casos. No siento ningún interés en los parientes, y las visitas casi me parecen un castigo.
6 de agosto de 1914
Contemplado desde el punto de vista de la literatura, mi destino parece bastante simple. El deseo de representar mi fantástica vida interior ha desplazado todo lo demás, y además la ha agotado terriblemente, y sigue agotándola. Ninguna otra cosa podrá jamás conformarme.

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