No, no es mi novia (aunque es bonita, ojalá lo fuera); es una compañera de estudios y de profesión, juntos nos tomamos esta instantánea a inicios de nuestro trabajo en mi emisora, la CMHS. |
Mi labor en la radio dista mucho de lo que escribo
para el blog, aunque los contenidos se trasvasan. A veces he tenido este asunto
de las bitácoras como algo colateral, casi un juego, donde la opinión se vierte
personalísima y sobran los complementos editoriales. A más de un año de
existencia, este blog sobrevive como un náufrago, afiliado a unas pocas páginas
que lo linkean y otros amigos casi tan solitarios como yo.
Ahora
bien, ante una situación como la descrita, ¿por qué bloguear?, ¿qué pretendo?
Se trata de darle curso a una necesidad humana antigua, la misma que llevó los sonidos guturales hacia el lenguaje
articulado y de allí a las primeras escrituras y literaturas más elaboradas. El
fenómeno que asalta a tantos seres escondidos en medio de la oscuridad de las
paredes a dejar testimonio de su estado silencioso. Pretendo que estos mensajes
traspasen el tiempo y vayan a eternizarse en las redes, de manera que en el
futuro, quién sabe si en una nave espacial, las generaciones tengan en cuenta
la maña sociológica del hombre de decir siempre algo.
Uno de
mis sueños al estudiar periodismo consistía en mantener una columna fija, de
cierta periodicidad, en algún medio impreso. Y aunque aún aspiro a trabajar de
esa manera, la realidad me llevó de cabeza a una radio de municipio, donde
prima la filosofía de gacetillero. Me explico mejor: lo más importante en un
sitio como este consiste en “marcar” diario con cualquier información, y ello
lleva al periodista (de por sí un artista) a una machacona vida de escribidor
de notas insulsas y de relleno. Una labor así dista mucho de la personalidad
que todo comunicador debe construirse, del ser que transmitimos a través de
nuestros escritos. Aquí llaman diarismo a este fenómeno, pero en verdad es un
proceso de deslegitimación de la agenda pública donde lo aburrido ya se impuso
hace mucho tiempo, por desgracia quienes queremos hacer las cosas bien, nos
señalamos dañinamente como contrarios a ese procedimiento.
Atrás, en última fila, el primero de izquierda a derecha, yo era un nene, con mis amigos de la carrera de periodismo en cuarto año. |
Lo que
sucede no es diarismo, sino pérdida del contacto con el público y
deshumanización de la noticia en pro de preferencias directivas que ya de forma
velada, ya abierta; legitiman una audiencia ilusoria. A propósito, mis lecturas
recientes incluyen cierto libro de Julio García Luis, engavetado por quienes
debieron propiciar un real periodismo en este país, texto que se llevó ahora
con premura a las imprentas; pero que no se practica en las redacciones
pertinentes. El autor, decano de la
Facultad de Comunicaciones de La Habana, comunista honesto y
presidente de la UPEC;
fue quizás la persona más calificada para hablar sobre la problemática de la
prensa. Él conoció los porqués y las circunstancias, y manejó certezas y
falencias sobre el asunto en cuestión. Leyendo sus páginas, saltaba a la vista
su defensa de la expresión como una herencia humana, un derecho patrimonial del
hombre, cuyo escamoteo daña cualquier proceso sociológico. En otras palabras:
la necesidad de dicha tarea una vez más como naturaleza elemental y motor del
desarrollo.
Más
allá de referenciar los conceptos y la señalización de que hay la necesidad de
un modelo comunicacional de nuevo tipo para sociedades no capitalistas, el
libro de García Luis me esclarece por qué resulta tan difícil realizar un
periodismo de opinión, columnista, como el que soñé al entrar a la universidad.
Tenemos que asumir que la posición de prescindir de dicha actividad, nos priva
de un valioso espejo, a través del cual vemos nuestras arrugas, heridas,
enfermedades y desgarros. Imaginen a alguien que nunca se mire en un espejo, y
de pronto un día se asusta ante la aparición de su reflejo, de la muestra de su
ser verdadero.
¿Por
qué bloguear? Es lo mismo que intentar explicarnos nuestros sueños. Lo hago por
la necesidad ancestral que llevo dentro, por el peso de los siglos, por la
vocación que asumí consecuentemente y con valentía. Porque una opinión honesta
halla siempre resonancias y aquiescencia entre quienes no anulan a Sócrates y
se conocen ellos mismos. Blogueo llevado de la mano de un impulso que se niega
a reconocer que esta radio es el “deber ser”, cuando en verdad dista de ello. Y además con las miras puestas en un propósito
casi místico, el de servir a la verdad que nos fue dada. Si por ese fardo que
asumo en el blog se me juzga, sepan que creo en las ideas, en su moral y en la
justeza. Si pudiese, transformaría este pequeño espacio en el espejo que
necesitamos, en la columna que soñé, en ese pedacito de periódico donde
pretendí sentar ágora. Ahora que voy de radialista, he intentado lo diferente y
las etiquetas llueven, la más inocente de “idealista”; las infames me las
guardo por vergüenza ajena. En fin blogueo por si alguien pensaba que esta
plaza apagaría mi amor por las letras, ese río heraclitano que seguirá
trasvasando su verdad. Quienes así me concibieron, subestimaron los siglos que
se imponen, y encarnan ellos mismos una negación que terminará negándolos.
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