Ellas duermen siempre, paralelamente. Es un
paralelismo raro, no se trata de las coincidencias en el tiempo. Ni podemos
centrarnos en la confluencia espacial. Las dos torres nacieron al unísono y en
planos diferentes del nuestro. Aunque la más pequeña vino al mundo en el siglo
XVII, ya existía antes de la llegada de los homínidos. Si la mayor es una verdad, se debe a una idea
abstracta que la precedió en su versión metafísica. Porque la ciudad ya fue
real en el plano de los planos.
El secreto pasó de familia a familia, hasta que
el sitio de las dos iglesias emergió sobre el lomo superior de la isla.
Arquitectos sectarios erigieron las torres con un siglo de separación, evitando
toda sospecha futura. Pero los planes resultaban entonces ya evidentes. Toda
cualidad de Remedios hacia el resto de Cuba estaba cifrada en códices
milenarios. Porque ahora, cuando la vida parece uniforme y los tipos juegan
dominó en la esquina; el momento de develación ha llegado. Ambos monolitos
remedan los secretos de Faraón, son los reductos piramidales de hoy.
Pocas ciudades hay en el mundo con la manía
fálica de levantarse doblemente. Sólo Remedios hiere los cielos con tamaño
descaro. Pero toda erección busca la calma en el sexo de los siglos, y ya el
tiempo, quinientos años de reposo, fue pubertad suficiente para agrandar y
endurecer la potencia del muchacho. Al fin y al cabo, nada distancia a la villa
del resto de sus hermanas en Cuba, sólo un ansia enorme por hacer el amor.
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