Un
joven de veintiséis años, residente en Remedios Villa Clara, gana el codiciado
Premio La Gaceta en cuento. Aquí está la aventura de cómo lo logró.
-¡Empuja
que está abierta! –dijo desde el interior del apartamento uno de los personajes
del cuento “Ojo con las paredes húmedas”, texto ganador del Concurso La Gaceta
2014. El agua había inundado la estancia, pero ahí estaba yo con mi traje de
baño y dispuesto a hablar con Julio César Castellón, el autor de aquella
ficción.
-Les
dije que te dieran un salvavidas, en caso de que lo necesitaras para cruzar la
sala-, el escritor me sorprendió con esa frase, mientras tomé asiento sobre un
montón de agua acumulada en galones.
-No
todos los días se gana el Premio La Gaceta, sin embargo pocos han venido a
entrevistarme a mi lejano pueblo, donde por lo visto no para de llover.
Intenté
decirle a Julio que el problema del agua era sólo en su apartamento y
específicamente en un cuento cuyas sensaciones
de amenaza y soledad se mezclan con maestría narrativa.
-No
intentes explicarme mi propia obra –interrumpió– sé exactamente de qué trata.
Cuando comencé a escribirla, me sentí cómodo con el personaje central del
ingeniero frustrado. Un tipo con el cual sin dudas tengo similitudes. Fue algo
subconsciente, el cuento salió solo, en una noche de trabajo frente a la
computadora. Llovía mucho y yo sentí que aquella agua me sepultaba.
-Pero
Julio, ¿no crees que resulta un lugar común eso de las frustraciones como tema
para una obra, cómo lograste el toque de originalidad?
-Es
que el tema llama la atención, mucha gente se frustra y luego se siente
reflejada por una obra como esta. Yo logré narrar una historia, pero simbolicé
algo más amplio. Lo que se nombra corriente de pensamiento: un sentido
filosófico que recorre toda la obra de manera subterránea y que sólo a ratos se
vislumbra claramente. El agua y la humedad imparable resultan los símbolos de
la tristeza que te conectan con la idea central. También el comportamiento de
los personajes. Esto último marca la progresión de una acción simple en
apariencia, si miramos sus escasos sucedidos.
-Ya
estás enredando a los lectores con esos asuntos raros de las técnicas
narrativas, obvio que el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso
tiene un peso en tu vocación, ¿crees que para ser un buen joven escritor hoy
resulta necesario pasar el Onelio?
-No
creo que sea indispensable, pero resulta muy útil. Ahí tú descubres el agua
tibia más rápido. Pasan dos cosas: o te das cuenta de que tienes talento y
sigues adelante o percibes que lo de escribir no va contigo y te retiras. Ese
Centro te ahorra mucho tiempo en tu carrera o en tu proceso de
autoconocimiento. A mí me ayudó de ambas maneras.
-Bueno
Julio pasemos a los lugares comunes inevitables en toda entrevista a un
escritor, dime: ¿cuál autor te influencia más a la hora de crear?
-Sin
dudas Julio Cortázar es un imprescindible. Un alimento espiritual que llevo años
comiendo. En cuanto a lugares comunes, olvidas que también por lo general se
mienta lo de estar solo en una isla con algún libro favorito. Yo elegiría “Los Miserables”, texto que de tan largo
llenaría todo mi aburrimiento en ese sitio aislado.
-Te
darás cuenta que hemos hablado mucho del cuento y poco del premio. La Gaceta es
perseguido por autores consagrados y desconocidos, casi se trata de un Santo
Grial de la literatura cubana. ¿Te sientes como uno de los Caballeros
Templarios que cuidan el antiguo tesoro, según cuenta la leyenda (y la película
de Indiana Jones)?
-Bueno,
ojalá el premio tuviera poderes mágicos para acabar con toda esta humedad de mi
casa. Cuando dieron la noticia me remonté a una lista de escritores canónicos
de este país. Más allá de la magia o la mitología, para mí fue un llamado a escribir.
Hay que arriesgarse, tener confianza. A cambio he soportado esta maldita agua
por todas partes, que ni un Premio Nobel erradicaría.
-Entonces,
¿podemos esperar a que estés en esa gran lista de canónicos, habrá en Cuba otro
Julio escritor, medio pariente del argentino?
-Acepto
lo de pariente, pero en cuanto a lo de canónico queda un largo trecho. Por
ahora usaré el dinero del premio para arreglar los salideros de agua y las
filtraciones hacia el apartamento de abajo.
-Julio,
generalmente cuando se entrevista a uno de esos escritores consagrados se
pregunta por los consejos a los más jóvenes. Como sé que odias los lugares
comunes, quisiera dármelas de original y pedirte que aconsejes a los autores
consagrados desde tu posición de joven.
-Bueno,
que sean justos como jurados de los premios. Mirar la obra y no su estilo
diferente o su tema transgresor. Una mente abierta a muchachos con talento e
ideas novedosas. Ayudarnos, porque lo necesitamos.
-Gracias
Julio por tu entrevista, ahora lo más difícil es que llegue seca y no se
destiña al pasar por la humedad de la sala del apartamento.
-No importa que se destiña el papel, lo malo es que se
tiña de tristeza, la humedad es la tristeza misma.
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