Un supuesto intelectual
que me ha calificado de seudo intelectual me reta a que escriba un ensayo sobre
los más recientes acontecimientos políticos. Como no soy cobarde y siempre hago
atrevimientos por la simple manía de saltar muros ahí le va un pequeño artículo
con mis puntos de vista.
En primer lugar veo con
mucho optimismo las últimas declaraciones de los presidentes cubano y
norteamericano, creo que algo se cuece desde hace tiempo. Sea lo que sea,
resultará beneficioso para ambos pueblos. Un acercamiento siempre restaña
heridas, aunque no descarto que se abran otras. Pero todo para que el
inmovilismo y la apatía entre ambas naciones desaparezcan.
Cuba necesita probarse a
sí misma, como también los Estados Unidos. Cuba requiere vivir sin el bloqueo
para eliminar las lacras internas que se escudan en la situación internacional.
Estados Unidos demanda un mundo que no le condene por asfixiar una isla
inocente. Todo sea en nombre de la justicia humana, incluyendo la justicia más
elemental.
Creo que con el cambio
Cuba deberá abrirse al mundo y ya los vicios internos pervirtieron una parte
social hacia la cerrazón y la desidia. Pero toca al sector joven el futuro y
quizás otra Revolución, que rescate los ideales de la primera y proponga nuevos
ideales.
Creo además que Estados
Unidos, llamados a perder su tradicional puesto de potencia mundial, quieren
asegurarse unas relaciones pacíficas en su área de convivencia. En algún
momento deberán arriar la bandera del imperio y alzar el pendón de la República
igualitaria que soñó el Gigante Washington.
Washington, Martí y
Bolívar compartirán el destino de un continente declarado zona de paz, con la
voluntad de los hombres optimistas y dispuestos al trabajo por sus naciones.
Llegará el momento en que
se oiga nuestra Bayamesa unida al canto de los hombres de Lincoln, como
ocurriera en los tiempos de lucha anticolonial, cuando los cubanos iban contra
Inglaterra y los buenos de Norteamérica apoyaron la causa de Martí. Nada nos
separa, ni nuestros idiomas, ni nuestros sistemas, ni nuestra geografía.
Humanos todos, tenemos por delante la gran tarea humana de hermanarnos.
Ese intelectual supuesto
que me reta a escribir unas líneas de amor quiere como unos pocos cubanos y
norteamericanos vivir en un pasado de odio y sangre. Y eso es irracional.
Quiere que se perpetúe un presente eterno donde sólo vive el pasado. Y eso es
irracional. Que triunfe el mal para siempre y no se abracen los hombres. Y eso
es irracional.
Lo racional es aquello
que edifica, no lo que separa. Edifíquese la amistad y no el Muro. Venga el
amor con amplias avenidas y no el malentendido. Cuba está hecha de amor, de la
sangre de Martí que fue como oro. Estados Unidos surge del Ideal. El Norte es
la nación de Viet Nam, pero es la República de Gettysburg, la patria de Luther
King. Veamos las luces para que alumbren
el porvenir.
Cuba tiene que ser
impoluta, por la gloria de Martí, y Cuba aún no es impoluta. Todo país tiene su
ración oscura.
Estados Unidos quiere ser
impoluto, aunque las guerras imperiales le echen paletadas y haya quien se
agobie. Todo imperio tiene su porción de república que gime por gobernar.
Por la Cuba impoluta, por
la Norteamérica impoluta; por la unión verdadera y porque la patria es humana,
tengamos fe en los ideales de comunión y bien.
Fe en los hombres,
intelectuales o no.
Fe en los intelectuales
de bien, que nada temen al ensayo que examina.
Fe en el futuro, donde
todos, jóvenes y viejos tenemos responsabilidad.
Fe, Fe con mayúsculas de
que hay un Bien Superior que guía nuestros pueblos, como el ángel tutelar
bendice las almas.
Teman ahora los sin Fe,
amen ahora los hombres verdaderos.
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