14 ene 2015

Un futuro para hombres de fe


Un supuesto intelectual que me ha calificado de seudo intelectual me reta a que escriba un ensayo sobre los más recientes acontecimientos políticos. Como no soy cobarde y siempre hago atrevimientos por la simple manía de saltar muros ahí le va un pequeño artículo con mis puntos de vista.
En primer lugar veo con mucho optimismo las últimas declaraciones de los presidentes cubano y norteamericano, creo que algo se cuece desde hace tiempo. Sea lo que sea, resultará beneficioso para ambos pueblos. Un acercamiento siempre restaña heridas, aunque no descarto que se abran otras. Pero todo para que el inmovilismo y la apatía entre ambas naciones desaparezcan.
Cuba necesita probarse a sí misma, como también los Estados Unidos. Cuba requiere vivir sin el bloqueo para eliminar las lacras internas que se escudan en la situación internacional. Estados Unidos demanda un mundo que no le condene por asfixiar una isla inocente. Todo sea en nombre de la justicia humana, incluyendo la justicia más elemental.
Creo que con el cambio Cuba deberá abrirse al mundo y ya los vicios internos pervirtieron una parte social hacia la cerrazón y la desidia. Pero toca al sector joven el futuro y quizás otra Revolución, que rescate los ideales de la primera y proponga nuevos ideales.
Creo además que Estados Unidos, llamados a perder su tradicional puesto de potencia mundial, quieren asegurarse unas relaciones pacíficas en su área de convivencia. En algún momento deberán arriar la bandera del imperio y alzar el pendón de la República igualitaria que soñó el Gigante Washington.
Washington, Martí y Bolívar compartirán el destino de un continente declarado zona de paz, con la voluntad de los hombres optimistas y dispuestos al trabajo por sus naciones.
Llegará el momento en que se oiga nuestra Bayamesa unida al canto de los hombres de Lincoln, como ocurriera en los tiempos de lucha anticolonial, cuando los cubanos iban contra Inglaterra y los buenos de Norteamérica apoyaron la causa de Martí. Nada nos separa, ni nuestros idiomas, ni nuestros sistemas, ni nuestra geografía. Humanos todos, tenemos por delante la gran tarea humana de hermanarnos.
Ese intelectual supuesto que me reta a escribir unas líneas de amor quiere como unos pocos cubanos y norteamericanos vivir en un pasado de odio y sangre. Y eso es irracional. Quiere que se perpetúe un presente eterno donde sólo vive el pasado. Y eso es irracional. Que triunfe el mal para siempre y no se abracen los hombres. Y eso es irracional.
Lo racional es aquello que edifica, no lo que separa. Edifíquese la amistad y no el Muro. Venga el amor con amplias avenidas y no el malentendido. Cuba está hecha de amor, de la sangre de Martí que fue como oro. Estados Unidos surge del Ideal. El Norte es la nación de Viet Nam, pero es la República de Gettysburg, la patria de Luther King.  Veamos las luces para que alumbren el porvenir.
Cuba tiene que ser impoluta, por la gloria de Martí, y Cuba aún no es impoluta. Todo país tiene su ración oscura.
Estados Unidos quiere ser impoluto, aunque las guerras imperiales le echen paletadas y haya quien se agobie. Todo imperio tiene su porción de república que gime por gobernar.
Por la Cuba impoluta, por la Norteamérica impoluta; por la unión verdadera y porque la patria es humana, tengamos fe en los ideales de comunión y bien.
Fe en los hombres, intelectuales o no.
Fe en los intelectuales de bien, que nada temen al ensayo que examina.
Fe en el futuro, donde todos, jóvenes y viejos tenemos responsabilidad.
Fe, Fe con mayúsculas de que hay un Bien Superior que guía nuestros pueblos, como el ángel tutelar bendice las almas.
Teman ahora los sin Fe, amen ahora los hombres verdaderos.

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